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Agradable paseo de fácil recorrido que lleva al embalse de Agavanzal entre monte de encinas y robles.

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Este es el camino que en Rionegro llaman de “donde se juntan los ríos” y es que conduce al lugar donde las aguas del Río Negro se unían al Tera antes de que las embalsaran para construir el pantano de Nª Señora de Agavanzal. Ahora es un lugar de aguas tranquilas y profundas, un espejo donde se miran los montes de Val de Santamaría y Rionegro y que frecuentan ciervos y corzos para beber a primera hora de la mañana.
Comenzamos en Rionegro, junto al Santuario de Nª Señora de la Carballeda, patrona de la comarca, y abandonamos el pueblo en dirección al río. Tras atravesar el puente continuamos por el camino recto, desandando parte de la Ruta de Santiago que por aquí pasa. Dejamos las últimas casas y nos internamos en el monte, donde conviven robles y encinas en las praderas que hoy aprovechan los ganados del pueblo y que antaño fueron tierras de labor.
Más adelante aparece a nuestra izquierda un ramal por donde continúa la Ruta Jacobea y que desecharemos para seguir de frente hasta que una nueva bifurcación nos hace elegir el camino de la izquierda. A partir de aquí no hay pérdida. Un agradable paseo que nos deja entrever la cola del embalse a la derecha y entre aromas de jara y tomillo desemboca a orillas del embalse, donde es fácil observar la huella de alguna ave o algún cérvido que han ido allí a saciar su sed o a refrescarse.
Tras un descanso para disfrutar de este remanso de quietud emprendemos regreso por la misma senda, hasta llegar a un cruce que tomaremos ahora a la izquierda para bajar por el camino del molino hacia la cola del embalse, donde éste se confunde con el río Negro y cuyo cauce remontaremos hasta regresar al pueblo.