El Acebral de Porto
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Un maravilloso paisaje de alta montaña con la recomendación de una visita al pueblo de Porto
DISTANCIA: 10.1 Km
DURACIÓN: 4 h
TIPO DE RUTA: Lineal, con una pequeña parte circular en torno a un bosque de acebos.
CÓMO LLEGAR: Desde A-52, dirección Ourense, salida 114. Tomamos la ZA-104 hasta llegar al pueblo de Porto. Ver Mapa
COORDENADAS INICIO: N42 10.041 W6 53.966
CARTOGRAFIA: NªMTN50 0228-4 Porto.
PUNTOS DE INTERÉS: Sierra de Porto, valle del río Bibey, refugios para ganado vacuno, grandes manchas de acebos.
RECOMENDACIONES: Evitar las horas de mayor calor sobre todo si se hace con niños, llevar cámara de fotos, calzado cómodo y prismáticos, ideal para bicicleta.
Iniciamos la ruta en la iglesia hacia las afueras del pueblo, tomando el mismo camino que conduce a Peña Trevinca, (si nos fijamos veremos que esa ruta está marcada con las balizas blancas y amarillas).
El camino es cómodo, prácticamente una pista de cemento que da servicio a los ganaderos de la zona. Casi todo el trayecto discurrirá por llano, ascendiendo junto al curso del Bibey y entre verdes prados en los que pastan apacibles las vacas. Iremos acompañados por el mugir de los animales y el sonido quedo de los cencerros. El paseo se prolongará durante unos cuatro kilómetros por el valle, que se va estrechando a la vez que las montañas se hacen cada vez más verticales. El río Bibey nos acompañará juguetón en nuestro tramo final que concluye cuando aparecen a la vista, en la ladera derecha, las siluetas verde oscuro de los acebos (si tenemos la suerte de ir a principios del invierno, podremos disfrutar del espectáculo de miles de bolitas rojas que adornan los árboles). A partir de aquí nos encontramos con dos opciones: regresar por el mismo sendero o continuar para internarnos en el corazón del “acebral”.
En este último caso (muy recomendable) el camino se complica en una empinada subida ladera arriba, atravesando verdes prados, hasta llegar a la altura de los acebos. Nos hallamos ante el primer “acebral”: una paradita para reponer fuerzas y disfrutar del maravilloso panorama del valle del Bibey. Ya en marcha, debemos rodearlo por su parte superior, ya que su frondosidad hace impracticable adentrarse en él. Saltando alguna que otra cerca de piedra y monte a través llegamos al segundo bosque, donde nos espera un paseo poco menos que irreal: en el interior del acebral reina la penumbra, ya que la luz del sol apenas penetra por escasos resquicios que deja el frondoso ramaje, de manera que el suelo está completamente libre de maleza. Los esbeltos y apretados troncos ocupan casi todo el espacio, pero entonces es cuando caemos en la cuenta de la multitud de caminitos que el “acebral” atesora permitiéndonos deambular por su interior. Parece ser, que este lugar es el favorito del ganado para mantenerse fresquito en verano y de las corzas, que en invierno disfrutan de un lugar seco no invadido por la nieve. Una vez recorrido este laberinto salimos de nuevo a la luz y a las praderas descendiendo hasta la orilla del río, que nos tocará vadear para retomar el camino de regreso.