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Esta es una ruta cortita, completamente llana y perfecta para ir en familia. El camino discurre por una pradera salpicada de brezos, jaras y robles, pudiendo contemplar a nuestra izquierda la Sierra de la Culebra y a la derecha, más lejana, la de La Cabrera, que nos separa de la provincia de León. Lo mejor de la ruta, la sorpresa, se queda para el final.

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Nuestro camino comienza junto a la iglesia de Fresno. Descendemos por la calle que conduce hasta la plaza y en una esquina aparece una antigua fuente con cubierta de piedra que puede ser de origen romano. Dejamos la fuente a la derecha y subimos una calle que nos lleva a la salida del pueblo. Tomamos el sendero que se adentra en el monte y poco después aparece una bifurcación: elegiremos el camino de la derecha, que atraviesa los prados del pueblo y, al llegar a las porterías del campo de fútbol, aparece un nuevo desvío: giramos de nuevo a la derecha. Es fácil encontrarse en esta zona de praderas con ganados pastando o con algún corzo que nos observe entre los árboles. Un grupo de piedras que sobresalen en medio de la llanura nos indica que el camino llega a su fin; pocos metros más allá aparece una roca en la que se encuentran excavadas dos tumbas antropomorfas, es a lo que se llama “la cama de los moros”. Su origen no está muy claro y resulta aún más misterioso que sólo haya dos y se encuentren en mitad del monte. Probablemente hubo algún asentamiento, quizás visigodo, en sus cercanías. En cuanto a lo de “los moros”, era la denominación común a todo lo que no se consideraba cristiano y, por extensión, a los antiguos pobladores . La vuelta se realiza por el mismo lugar pero si queréis extender un poco más el paseo, llegando al pueblo, tomaremos el otro desvío (que dejamos a la izquierda en un principio) y que nos conducirá a una pequeña playa a orillas del embalse de Valparaíso, en la que refrescarnos y disfrutar del paisaje.