Porto de Sanabria
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Porto es el municipio más recóndito de la comarca y también uno de los rincones más bonitos de Sanabria. Para llegar allí necesitáis entrar en Galicia e internaros en una sinuosa carretera entre montañas. Como recompensa, al fondo del valle, tras superar el espejo del embalse de San Sebastián, veréis dibujada la silueta en piedra y pizarra de las casitas, enmarcada por las cumbres cercanas que parecen proteger al pueblo. Estamos en el corazón del Parque del Lago de Sanabria: las altas montañas, los bosques, el aire puro y la sensación de libertad que emana Porto producen el mágico efecto de reconciliación con la naturaleza: el invierno es entrañable, una postal con chimeneas humeantes, el blanco manto de la nieve salpicado de manchas verde oscuro y rojo de los acebos que, a modo de árboles de Navidad, decoran los montes. La primavera y el verano son el frescor y, en cuanto al otoño, no hay suficientes tonalidades en la paleta de los ocres para describirlo. Hay que reconocer que la naturaleza aquí se esmeró: el monte, trufado de lagunas, ofrece unas panorámicas inenarrables, con el valle y el embalse al fondo, numerosas rutas de montaña parten de aquí, atravesando bosques de abedules, de acebos o de tejos, que se reparten el territorio allá donde terminan los prados.
Su orografía accidentada (enclavado entre la Sierra de Porto, Sierra Segundera y el Macizo de Trevinca) es de origen glaciar, con abundancia de lagunas, manantiales y arroyos que permiten la existencia de turberas, formaciones de alto valor ecológico. La proximidad de las cumbres hacen de Porto punto de partida para multitud de rutas de montaña, la más conocida es la ascensión a Peña Trevinca (2.124m.) la cota más alta de la provincia y punto de confluencia de los territorios de Orense, León y Zamora. Ésta siempre ha sido tierra de pastos, destino de pastores trashumantes que llegaban de Extremadura, tierra también de ganado, donde se cría la afamada ternera sanabresa y donde se celebran de mayo a octubre, el día 26 de cada mes, las ferias más importantes de la comarca, en las que se mezclan tratantes que se acercan desde distintos puntos de la Península con curiosos y visitantes que además de interesarse por las reses vienen a degustar el pulpo aderezado por las “pulpeiras” y a disfrutar del ambiente festivo.
En medio del pueblo, de calles apretadas para defenderse del invierno, sorprenden tres pequeños molinos en buen estado de conservación que, apostados en la ladera del monte, aprovechan el caudal de un pequeño arroyo que os hará las veces de guía, ya que serpentea por las callejuelas del pueblo hasta unirse a las aguas del río Bibey. También podéis visitar una fragua restaurada con los instrumentos que se utilizaban para domesticar el hierro. Las casas antiguas muestran en sus portadas de piedra el esplendor de otros tiempos y lucen orgullosas la chepa de sus hornos en los muros.
Porto cuenta entre otras peculiaridades con una gastronomía claramente deudora de la tradición trashumante, como son las migas o la caldeirada de cordero. También de origen pastoril es el rabel, instrumento que amenizaba fiestas y reuniones. Algo más: sus gentes afables hablan un dialecto propio influenciado por la proximidad de Galicia, Portugal y León, el “portés”, y las encontraréis siempre dispuestas a mostraros orgullosas su pueblo y sus montañas.
Galeria de imágenes; Fotos 1,2,4,9 y 10. Autor: Francisco Vega