Camino de Santiago Sanabrés
Fue en el 813 cuando Iacob quiso ser descubierto de nuevo. Entonces apareciéronse en medio de una noche cientos de brillantes luces que un eremita del lugar acertó a ver. Impresionado llamó al obispo del pueblo y juntos hallaron bajo las centellas, los restos de un hombre al que calificaron de Santo.
Todo esto es lo que recoge la tradición. Se alzó entonces un templo en su honor y para su descanso, convirtiéndose pronto en lugar de peregrinación, llegando a rivalizar con la propia Roma. Pero lejos de descansar, Iacob reapareció de nuevo junto con su caballo blanco, ayudando a combatir a reyes y plebeyos. Quizás fue en uno de estos viajes, cuando los cascos de su caballo quedaron grabados en las piedras de nuestros pueblos, los más ancianos aseguran que sí.
Lo que sí es cierto es que, durante la Reconquista, miles de guerreros le encomendaron la protección de su alma gritando en la batalla “San Iacob ayúdanos” frase que repitieron tanto y tan deprisa, que acabó sonando “Santiago, ayúdanos”.Y es éste, nada más y nada menos, nuestro patrón, Santiago de Compostela, a cuyo templo se dirigen hoy cientos de caminos que recorren la Península, desde cualquier punto de Europa.
Uno de los más conocidos es el de La Ruta de la Plata, antigua vía romana que unía Emérita Augusta (Mérida) con Astúrica Augusta (Astorga), y fue usada siglos después por los árabes en su conquista de las tierras del norte. La llamaron Bal´latta (empedrado) palabra que dio lugar a Plata. Senda que también recorrieron suevos y alanos y posteriormente mozárabes y, por supuesto, peregrinos. Quizá pudo ser uno, aventurero, quien preguntó cerca de Granja de Moreruela si había alternativa al Camino Francés para llegar a Compostela y por qué no, pudo ser un segador llegado de tierras gallegas quien le indicó el camino por el que no hacía muchos días, él había llegado a Castilla. Pudo así nacer el Camino de Santiago Sanabrés, y ser éste, el primer peregrino que cruzó por tierras de Carballeda y Sanabria, hasta las puertas de Galicia.
Otros muchos siguieron sus pasos, algunos ilustres como Alfonso IX, Fernando II de León, Fernando III, el Cardenal Cisneros o el Obispo Fonseca. Otros, los más; anónimos, que acompañados por el románico y el gótico, por caballeros templarios y de la orden de Santiago, por monjes benedictinos, entre castaños robles centenarios, entre humeros y madreselvas, entre leyendas y prodigios, han ido paso a paso asentando sus piedras y creando parte de su historia, historia que pasa por ser senda de jornaleros y arrieros, cordel para el ganado trashumante, itinerario de postas, garantizando la correspondencia entre Puebla de Sanabria y Compostela. A través de él, se llegó a firmar la Concordia de Remesal a tiempo, evitando la guerra entre Fernando de Aragón y Felipe el Hermoso. Por él, Diego de Losada partió a fundar nuevas tierras. A su alrededor nacieron, monasterios, santuarios e iglesias, hospitales, posadas y tabernas, que dieron cobijo y aliento a todo aquel que con un fardo ajado y una vieira como insignia de su viaje, llamaba a la puerta.
Y hoy en día sigue recorriéndose con devoción en muchos casos, con curiosidad y ansias de nuevas vivencias en otros y siempre, con la impronta que el Camino deja en todos los peregrinos que se acercan a Santiago. Para ellos, nuestro aliento y mejores deseos:
¡Buen Camino!