Camino de la Losera. Cernadilla
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El camino a la losera es una excusa perfecta para dar un paseo en familia, darse un baño y disfrutar de unas bellas vistas de la zona.
DISTANCIA: 5.4 Km.
DURACIÓN: 1h.
TIPO DE RUTA: Lineal.
COMO LLEGAR: A través de la N 525 tomar el desvío hacia San Salvador de Palazuelo, o bien hacia Cernadilla, después coger la carretera secundaria que une ambos. Ver Mapa
COORDENADAS INICIO: N42 01.326 W6 25.941
CARTOGRAFIA: Nº MTN50 0268-4 Mombuey.
PUNTOS DE INTERÉS: La antigua losera.
RECOMENDACIONES: Evitar las horas de mayor calor, llevar cámara de fotos.
Por la carretera secundaria que comunica Cernadilla con San Salvador de Palazuelo, a mitad de camino entre ambos pueblos, se dibuja a la izquierda una pista de tierra. Despejada y sin ninguna pendiente es posible hacer esta ruta tanto a pie como en bici, siendo ideal para ir con niños pequeños y carritos de bebé, por su sencillez y corto recorrido.
Cruzaremos por pastizales y campos antaño de cultivo y ahora conquistados por los carballos (variedad de roble) entre los cuales asoma algún castaño, cuya envergadura delata el sinfín de años que llevan aquí enterradas sus raíces.
Al paso cientos de olores os asaltarán, si es verano el tomillo y orégano predominan sobre el resto, en invierno, en cambio, es el olor a tierra mojada el que asciende desde el suelo impregnando el aire.
El camino es sencillo y bien trazado. Encontraremos dos cruces en nuestro camino, tomaremos el primero a la derecha y después el de la izquierda que conduce, sin pérdida, al paraje conocido como “la losera” en la cola del pantano de Cernadilla, en el antiguo cauce del río Tera. En la otra orilla, casi suspendida sobre el agua, se encuentra una pequeña cantera de pizarra de la que hasta no hace muchos años se extraía la losa artesanalmente, siendo transportada en barca de una orilla a otra. Esta cueva forma parte de la magia del lugar, las aguas calmadas sobre las que se dibujan las formas geométricas de las lajas, la contorsión de las ramas de salguera queriendo alcanzar el cristal de la superficie y los cientos de tonalidades del musgo, líquenes, hiedras y retamas convierten a este lugar en un remanso donde se escucha sólo el trinar de los pájaros y el viento entre los árboles o quizá los sonidos amortiguados de los pescadores que conocen la riqueza piscícola de este río, o bien, el bramido apremiante de los ciervos en época de berrea o incluso el bullicio de los niños en el agua en verano.
Desandando nuestro camino llegamos de nuevo a la carretera, donde comenzó la ruta, desde donde recomendamos visitar el pueblo de Cernadilla, cuya arquitectura popular os sorprenderá agradablemente.