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Teniendo en cuenta que nos vamos a adentrar en la Sierra de Velilla, en pleno macizo de La Cabrera, podría suponerse que nos enfrentamos a una ruta dura, con grandes pendientes, pero nada más lejos de la realidad. En su mayor parte es llana, y perfectamente transitable y si tenéis dudas ante las posibles ramificaciones de caminos que puedan salir al paso seguid siempre la senda más despejada.

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En vuestro recorrido veréis como el camino se transforma poco a poco, dejando atrás el monte de retama y pino para transitar entre grandes extensiones de helechos y robles, algunos de ellos centenarios, que custodian las orillas del Arroyo de Aguas Blancas, cuyo murmullo os acompañará durante parte del trayecto.
El primer tramo del camino avanza por la ladera de la montaña hasta llegar a un punto en el que se bifurca. Optaremos por la senda de la izquierda, teniendo como referencia el Arroyo de Aguas Blancas, llegando entre sombras de roble y vegetación de ribera hasta un nuevo cruce donde tomaremos el camino de la derecha que se separa del arroyo. A partir de aquí se asciende por la ladera del monte de Velilla, que nos ofrece espectaculares vistas de la zona, con grandes mantos de pinares y brezo, a escasos kilómetros del límite con la provincia de León. Con suerte y algo de sigílo podréis ver especies como el ciervo o el corzo, que campan a sus anchas en estas laderas. Zorros, perdices o liebres son otra posibilidad.
A mitad de trayecto encontraréis un pequeño refugio de montaña, lugar perfecto para descansar y retomar fuerzas de cara a la vuelta, que aquí comienza. El camino de regreso no entraña ninguna dificultad y regala una impresionante panorámica de toda la sierra de Velilla, Perilla y sus valles.