Robleda - Cervantes
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Para llegar a Chaguaceda por el camino desde Castellanos debemos pasar bajo una auténtica bóveda de vegetación, que parece rendir pleitesía al caminante en su llegada al municipio de Robleda Cervantes. Chaguaceda quedó prácticamente abandonado a principios del XIX, pero en su momento, según la documentación medieval conservada, fue un importante núcleo de población que incluso pleiteó con el monasterio de San Martín de Castañeda por un quítame allá esos montes. No está muy clara la razón de su declive, pero, poco a poco, sus vecinos fueron cambiando su residencia al resto de los pueblos limítrofes.
El Cerro de San Juan, con sus 1400 m. de altura, preside el municipio y ofrece espectaculares vistas de los alrededores, incluidos Puebla, El Lago y la Requejada, como si de una ortofoto se tratase. En la falda del Cerro los pueblos se escalonan hacia el Camino de Santiago y la autovía A-52, siendo San Juan de la Cuesta el situado a mayor altitud. En su entrada se halla la Fuente del Reguero, realizada en piedras de cuarzo que tiene como pilón nada menos que una posible tumba celtíbera en granito. Este es sólo uno de los secretillos que abundan en el municipio. Por ejemplo: ¿la Casa del Escritor, en Cervantes, fue realmente “el lugar de las montañas de León donde tiene origen el linaje” de Miguel de Cervantes Saavedra? ¿Por qué los vecinos de Ferreros decidieron, en un momento indeterminado, cambiar la ubicación del pueblo quedando sólo el cementerio en su emplazamiento original? ¿Qué significan las quince letras grabadas en las piedras de la iglesia de Sampil? ¿Algún tipo de conjuro contra la peste u otros maleficios? Es indudable la vinculación Jacobea de Triufé, donde la piedra labrada de un monumental dintel recuerda la ubicación del hospital de peregrinos, pero… ¿este mismo Camino fue utilizado por los judíos en la época de la expulsión? ¿Llegaron a tener asentamientos importantes en este rincón sanabrés, no lejos de la frontera con Portugal?
En realidad, todo esto no dejan de ser curiosidades, una pizca de sal y pimienta en nuestra visita al municipio, donde lo primero que nos atrae es la simbiosis entre el hombre y su medio. Un paseo tranquilo por sus caminos nos acerca a frondosos robledales, castaños de dimensiones monumentales, antiguos campos de labor cubiertos de brezo, codesos y los omnipresentes faleitos (helechos). En temporada, la riqueza de setas ha propiciado un pequeño comercio micológico, con exportaciones de boletus edulis hasta Italia, aunque la mayoría de los recolectores son vecinos de la zona dispuestos a probar recetas para la cena familiar. Las arboledas esconden al corzo, el zorro, el jabalí y diversas especies de aves que, sobre todo en primavera, llenan el ambiente con sus cantares. Encontramos también paredes entre los prados, presas y pontones sobre los arroyos, realizados en la misma piedra del granito con la que se construyen las casas. La arquitectura tradicional se mezcla con la obra nueva, respetuosa con las antiguas formas, y encontramos magníficas muestras en Paramio, Valdespino, Robleda…, en cualquiera de las poblaciones, en realidad.
Siete pueblos y dos barrios (Lagarejos y La Gafa) que acogen al visitante con la simpatía y llaneza de sus gentes. El propio entorno, y su cercanía tanto al Parque Natural del Lago de Sanabria como a Puebla, han permitido la instalación de numerosos establecimientos de turismo rural, también zonas recreativas como la piscina fluvial de Robleda. En época estival se unen los hijos de la zona que trabajan lejos con los turistas en busca de reposo, llenando las calles de vida y animando las distintas fiestas patronales, pero cualquier momento del año es bueno si el destino es Robleda Cervantes.