Curro de los Lobos de Barjacoba
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Con la excusa de conocer el Curro de los Lobos, agradable paseo por la sierra limítrofe con Galicia en torno al pueblo de Barjacoba y su hermoso valle.
DISTANCIA: 3,1 Km.
DURACIÓN: 1 h 15 min.
TIPO DE RUTA: Circular, camino empedrado de carros. Pequeños tramos de senda.
COMO LLEGAR: Desde A-52, salida 114. N-525 hasta el desvío de Pías y Porto. Ver Mapa
COORDENADAS INICIO: N42 07.039 W6 57.453
CARTOGRAFIA: IGN MTN 50 0266-2 Pías.
PUNTOS DE INTERÉS: Curro de los Lobos. Vistas Panorámicas. Fauna y flora.
RECOMENDACIONES: Calzado adecuado. Prismáticos.
El Curro es una ancestral trampa destinada a proteger los ganados del lobo, el antagonista del hombre en la sierra. Consiste en un cercado de piedras de mediana altura rematado por grandes lajas inclinadas hacia el interior. En el centro se ataba un cebo vivo –una oveja o una cabra- que con sus balidos atraía al depredador. Cuando el lobo entraba en el cercado le era imposible salir (por las lajas comentadas, cuando lo veáis lo entenderéis perfectamente) y allí rematado sin piedad por los vecinos. Barjacoba, de gran tradición ganadera, mantuvo durante siglos una guerra sin cuartel contra el lobo: trampas, mastínes mantenidos con grandes dificultades, vigilancia continua y cuentos en las cocinas para alertar del peligro a chicos y grandes. Hoy quedan pocos lobos y también poco ganado, pero construcciones como el Curro sirven para mantener el recuerdo de la vida tal como fue.
El paseo se inicia a poco de entrar en el pueblo, llegando desde Pías. Hormigonado al principio, enseguida asoma el antiguo camino de piedras por donde los carros cargados bajaban de la sierra llenando el valle con el canto de sus ejes –y de paso marcando en la roca sus huellas para la posteridad. Los paneles informativos os ilustrarán sobre la vida en el valle, la flora y fauna y curiosidades como la Cruz de la Marta, conjunto de cruces de madera situadas en los altos para proteger al pueblo de las tormentas y el pedrisco.
Poco antes de alcanzar el Curro podéis divisar el embalse de Pías, visto desde aquí apenas del tamaño de un charquito, y las redondeadas formas de la montaña gallega. Las vistas, sin duda, son espectaculares. Una flecha os indica que el camino continúa hacia el noreste, entre monte bajo primero –estamos por encima de los 1.350 metros- y luego robles y pastizal. Aquí es necesario ir un poco atento, porque el camino abierto de antes se torna en estrecha senda en lugares puntuales. Tras encontrar una de las cruces de la Cruz de la Marta, entraréis en el pueblo por el apartado barrio de El Pedazo, por donde callejeando y admirando la arquitectura tradicional de la zona volveréis al punto de partida.
Es hora de recapitular: ¿Os habéis sentido observados durante el camino? ¿En algún momento se os ha erizado el pelo de la nuca? ¿Quizás os ha parecido ver unos ojos amarillentos entre el matorral, que han desaparecido antes del segundo vistazo? Estaríais de suerte, un Señor del Monte habría supervisado vuestra senda.