Vados de San Ciprián
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Ropa adecuada y cómoda, un buen tema de conversación para el camino y ya podemos echar a andar. No es largo ni complicado, aunque la pendiente algo prolongada y las rocas dificultan la marcha, sobre todo si el agua hace acto de presencia, propiciando los resbalones, que podremos evitar con un calzado apropiado, afianzando la pisada y, por supuesto, avanzando con precaución.
DISTANCIA: 8 Km. (ida y vuelta)
DURACIÓN: 2 h 15 min.
TIPO DE RUTA: Lineal. Camino abierto de pendiente media.
COMO LLEGAR: Desde A52, salida 79 – ZA-104 hasta El Puente – ZA-114 hasta Trefacio y San Ciprián. Ver Mapa
COORDENADAS INICIO: N42 10.383 W6 39.491
CARTOGRAFIA: IGN Nº MTN 0229-4 San Ciprián
PUNTOS DE INTERÉS: Culmeneiro. Carreirones. Vistas sobre la Cabrera. Cascadas.
RECOMENDACIONES: Según la estación, algunos tramos pueden estar encharcados. En verano, evitar las horas de máximo calor.
En el pueblo de San Ciprián, rodeado de los arroyos de Fontiego y Barciniella y pequeños huertos que, lejos de resultar simples, ofrecen gran variedad de tonalidades, comienza el camino hacia Los Vados, pasos naturales donde el río permite una tregua para cruzar sin dificultad, a través de un suelo firme.
Gracias a estos vados, la gente de la zona pudo transitar y comerciar con las poblaciones de León, al otro lado de la sierra, ahorrando tiempo y trabajo a los arrieros que recorrían la zona.
Esta es una ruta para disfrutar de cada segundo, exprimiendo la historia que del suelo emana, observando las cicatrices que los carros dejaron en la piedra con su incesante pasar a lo largo de los siglos, contemplando el extravagante colmenar que aparece a la derecha (su posición medio inclinada, la construcción sólida y bien rematada y su orientación sur permitía que las abejas tuvieran las condiciones idóneas de luz, calor, alimento y protección frente a los depredadores. Listas, ¿verdad?).
Saliendo de este laberinto pétreo y retomando de nuevo el camino, sin perder de vista el alto de Faeda con sus 2.024m, llegamos a Los Vados entre robles jóvenes, retorcidas madreselvas y servales. Allí dos cascadas de apenas tres metros resbalan por la roca granítica, hasta desaparecer mezcladas con el río Trefacio. Tras descansar un rato disfrutando del paisaje, el camino por el que hemos llegado nos llevará de regreso hasta San Ciprián, donde los mismos huertos que nos despidieron nos darán ahora la bienvenida.