Cernadilla
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Farandulos, es como cariñosamente se conoce a los habitantes de Cernadilla, cabeza del municipio al que se suman otros dos pueblos anejos: Valdemerilla y San Salvador de Palazuelo.
Los tres recorridos por la variante sanabresa del Camino de Santiago, también llamado Mozárabe o de Fonseca, los tres enclavados en el corazón de La Carballeda y los tres bañados por las aguas de los embalses de Cernadilla y Valparaíso, que les aportan zonas recreativas y de pesca, donde abundan especies como las carpas, las bogas y las truchas, de un sabor y textura exquisitos, que hacen las delicias de los aficionados a este deporte y, como no, los tres rodeados de suaves paisajes y frescos robledales.Cernadilla, antaño enriquecida por la industria del lino, mantiene en pie gran parte de sus antiguas edificaciones. Preciosas casas de sillar, decoradas con figuras geométricas pintadas en blanco que ornamentan puertas, ventanas o delimitan alturas, hacen apetecible un paseo sosegado por este pueblo. Aunque no todo es calma, también aquí podéis encontrar diversión, uniéndoos a los jóvenes del pueblos en la celebración de su patrona, la virgen de las Candelas, o darse un homenaje recogiendo setas, eso sí, si las conocéis bien.
Otra de las cosas obligadas en Cernadilla es una visita a la antigua “losera”, la bicicleta es un vehiculo idóneo con el que podéis disfrutar del aire puro por un camino sencillo, a cuyo final encontraréis un lugar encantado, en el que el curso del antiguo río Tera permanece casi inalterable, con aguas tan calmadas que parecen espejos en medio de un bosque de cuento.
A escasa distancia se encuentra Valdemerilla. La más pequeña de las tres poblaciones, destacada por ser la “Pisa de Carballeda”, ya que la espadaña de su iglesia está inclinada cual torre Italiana. Bueno… dejémoslo en que está un poco inclinada; y por último, San Salvador de Palazuelo, a cuyas afueras se encuentra la ermita de Santa Lucía: sencilla pero de gran encanto, cuenta la leyenda que en torno a ella se originó el primer núcleo del pueblo. Desde aquí se aprecian unas espléndidas vistas de la Sierra de la Culebra, presidida por su pico más alto, Peña Mira.
Una curiosidad ligada a la historia es la de la torre de la iglesia. De planta cuadrada, que contrasta con las típicas espadañas de los templos carballeses, fue en sus inicios una atalaya de vigilancia con una peculiaridad: no tenía acceso por escaleras, sino que para subir a lo alto era imprescindible escalar por medio de una cuerda.
La torre fue obra de una de las tres órdenes militares que defendían la zona y protegía a los peregrinos en su camino hacia el sepulcro del Apóstol, la Orden de Santiago.
Afortunadamente hoy en día no es necesaria esa protección pero sí que es fácil que os crucéis con algún grupo de peregrinos que, a buen seguro, repondrán fuerzas en el albergue de Cernadilla para encarar una nueva etapa de su ruta.